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Hemos pasado de:

Había un carpintero en el poblado.

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Un carpintero calvo, muy alto, y simplón. Era simplón porque para ir a montar las mesas y sillas se olvidó del martillo, y cuando lo encontró se pegó un porrazo con el martillo. Este carpintero, se llamaba Pompom, porque cuando era niño se caía tanto, y tropezaba con todo, y sólo se oía “Pompom”. Además, era tan delgado, que parecía un gusano con ropa de bebé. El poblado se llamaba Simplolandia, un lugar donde todo el mundo hacía tonterías, cosas raras, y todo era un desastre. Una mañana montó mesas y sillas. Pero, esas mesas y sillas tenían 5 patas, o 3 patas. O sobraban, o faltaban. Nunca fabricaba una mesa con 4 patas. Ni una silla que tuviera bien el respaldo. ¡Un desastre de carpintero!